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domingo, 6 de diciembre de 2015

Cultura cretense-Micénica

Cultura Cretense-Micénica


Se denomina Civilización Egea al conjunto de pueblos que se desarrollaron en la región del Mar Egeo desde el segundo milenario antes de Cristo.Con Creta en el mar Jónico como centro, el área de expansión de la civilización creto-micénica se extendió y abarcó Grecia, en la zona de la Argólida del Peloponeso (Micenas y Tirinto), las islas del archipiélago de las Cícladas (Eubea, Andros, Delos, Paros, Naxos), las islas de Rodas, Samos, Chíos, Lesbos y, finalmente, las costas occidentales de Asia Menor (en especial la zona del Helesponto, en la colina de Hissarlik, donde se hallaba la ciudad de Troya, uno de los más importantes centros comerciales del mundo). Dos de los principales focos de civilización fueron la isla de Creta, al sur del Egeo, y Micenas, en el Peloponeso. Ambas civilizaciones precedieron a la griega, por lo que influyeron considerablemente en ella.


Creta

Es la más antigua de las civilizaciones del Mar Egeo, y se remonta a los últimos siglos del tercer milenario antes de Cristo, aunque logró su apogeo durante el segundo milenio.Hacia el año 2600 a.C., se establecieron en la costa de la isla de Creta los primeros núcleos urbanos, en los que surgieron importantes puertos y magníficos palacios como los de Knossos, Festos y Hagia Triada.Creta alcanzó a dominar buena parte de las islas del Mar Egeo durante el segundo milenario antes de Cristo, situación que se extendió hasta que Micenas, en el continente, ocupó su lugar. 
Posiblemente, los cretenses tuvieron un gran sentido del orden y de la comodidad. Sus palacios estaban bien iluminados y ventilados. Sus edificios públicos estaban provistos de desagües, agua corriente, calefacción, arcaicos ascensores, y primitivos cuartos de baño dentro de las casas. Fueron practicantes de todo tipo de deportes (en especial del boxeo y la lucha, del baile y los toros). Su forma de gobierno monárquica determinó un arte cortesano y aristocrático.La isla era gobernada por un rey, al que, según algunos investigadores, le denominaban Minos, de la misma manera que los egipcios le llamaban Faraón a su rey. Sin embargo, para otros, Minos simplemente es el nombre de un gran rey, que gobernó Creta en su etapa temprana. Como en realidad no se han hallado en Creta estatuas de soldados y sí, en cambio, gran número de leyes grabadas en tabillas de piedra, se deduce que estos reyes tratarían de mantenerse dentro de la legalidad no haciendo uso de la violencia.
La trascendencia del papel que desempeñaban en la vida cretense las procesiones, las fiestas, los espectáculos de lucha y los torneos, los toros, las mujeres, y sus ademanes de coquetería, fue manifiesto. Los monumentos de Creta dan testimonio de la existencia de formas de vida señoriales, de una corte fastuosa, de palacios espléndidos, de ricas ciudades, de grandes latifundios. El elemento decorativo, el gusto por lo refinado y la virtuosidad, por lo delicado y gracioso, alcanza aquí su máximo exponente. Unas formas de vida más independientes, más espontáneas y elásticas engendran un arte más individualista, más libre estilísticamente y más amante de la naturaleza.
Pero la independencia del arte cretense se explica también, de manera parcial, por la función extraordinariamente importante que la ciudad y el comercio desempeñaron en la vida económica de la isla. Existía gran variedad de comunidades urbanas: al lado de la capital y de las cortes, como Knossos y Faistos, había ciudades industriales, como Gurnia, y pequeñas villas de mercado como Praisos. Por otro lado, el hecho de que el comercio exterior estuviera en manos de las clases dominantes provocó que el espíritu inquieto y deseoso de novedades de los comerciantes y navegantes del Mediterráneo pudiera imponerse de una forma más libre que en Egipto o Babilonia.
La osadía de los temas, la renuncia a la solemnidad representativa, y la preferencia por lo profano y lo episódico, por los motivos vivientes y dinámicos, así como una composición más libre, más desembarazada y más pictórica en contraste con los convencionalismos compositivos del arte egipcio y mesopotámico, son característicos. Por todas partes, tanto en las escenas y figuras, como en la decoración ornamental de los vasos, encontramos un mundo de formas naturales y colores, en contraste con la decoración geométrica cerrada.

Micenas

Fue una villa que comenzó como una pequeña factoría cretense, logró conquistar a sus anteriores conquistadores y gobernantes y transformar, a su vez, la isla de Creta en una de sus colonias. Por consiguiente, el arte se trasladó de la isla al continente, floreciendo de muchas nuevas maneras, como en los trabajos en metal y en los adornos de plata y oro.

Micenas había sido habitada por los aqueos, y la gobernaba un rey al igual que en la mayoría de las ciudades de la Hélade (nombre con el cual se designaba a Grecia en esa época). Durante el reinado de Agamenón la ciudad alcanzó su máximo esplendor, logrando conquistar incluso a la ciudad de Troya, a la cual la leyenda atribuía el carácter de invencible por la fortaleza de sus murallas.
Sin embargo, a pesar del dominio político y militar que ejerció Micenas, ésta recibió la influencia de Creta en el plano cultural, pues ésta última llevaba ya varios siglos de desarrollo cuando los aqueos eran apenas un pueblo de pastores y agricultores muy rudimentarios.
Fue así, bajo la influencia de Creta, que Micenas se convirtió en una ciudad muy próspera, cuya riqueza se basaba en el comercio marítimo, la industria (especialmente la metalúrgica), la agricultura y la ganadería.
Dentro de los aportes más importantes  de Micenas, se encuentra el megarón, una sala grande con fogón y una abertura en el techo para que saliera el humo. Los techos a dos aguas son otro aporte de Micenas, los cuales caracterizaban a sus construcciones al igual que las formidables murallas de la cuidad, las cuales medían hasta doce metros de ancho, y cuya construcción se atribuía a los cíclopes, gigantes mitológicos con un solo ojo, que por su tamaño eran capaces de levantar los pesados bloques de piedra.
A diferencia de los cretenses, en Micenas construyeron tumbas monumentales con techos en falsa cúpula, la cual se lograba colocando hileras concéntricas de piedra, una encima de la otra, y cada una más estrecha que la anterior.
A finales del segundo milenario, con la llegada de uno de los últimos pueblos indoeuropeos, los dorios, Micenas comenzó a perder el liderazgo, y junto a ella también sucumbió toda la Civilización Egea, la cual entraría en una época oscura, aproximadamente entre los siglos XI y VIII antes de Cristo.
La cultura micénica fue militar, guerrera y defensiva. Las ciudadelas fueron verdaderas acrópolis. Se encontraban bien fortificadas, en lugares escarpados, dominando la llanura o vigilando un lugar de paso. Grandes murallas y torres, a base de gruesos bloques de piedra colocados unos sobre otros, aseguraban la defensa. Al parecer, este pueblo vivía pendiente de la amenaza de invasiones norteñas que, en efecto, con el tiempo, acabaron con el poderío micénico. En forma cronológica, la civilización egea se extiende, aproximadamente, desde la mitad del tercer milenio hasta mediados del siglo xiii a.C., en que desapareció de modo inesperado


Arte

Arquitectura

En la arquitectura egea podemos considerar dos zonas: la cretense, representada sobre todo por los palacios; y la micénica, ejemplificada por el mégaron, las tumbas de corredor con cúpula y las construcciones de murallas ciclópeas.

Arquitectura cretense

En la arquitectura cretense destacaron los palacios.Los palacios, como todos los edificios, están revestidos exteriormente de estuco blanco o rojo, con pinturas al fresco u ornamentación esculpida.

Al contrario de los griegos, los cretenses fueron poco aficionados a la simetría, observándose esta particularidad no sólo en la situación de las puertas en un ángulo de las fachadas, sino también en la desordenada ubicación de las estancias en casas y palacios.

Los elementos constructivos de la arquitectura cretense son el uso del pilar de sección cuadrada, colocado sobre una basa plana, retomado de Egipto; el empleo de la columna, primero de madera, y que al ser pasada a piedra resulta más estrecha por su parte inferior (tronco de árbol invertido),

Todo ello proporciona elementos arquitectónicos al futuro templo dórico
griego. Los elementos comunes de los palacios son los patios rectangulares, grandes escaleras de acceso a los pisos superiores, tragaluces y el carácter arquitrabado de su arquitectura.

Arquitectura micénica


En Micenas destacó el tipo de vivienda llamado mégaron, que no sólo sirvió para reuniones de carácter civil, sino para celebrar actos religiosos, y que fue, en realidad, el germen del templo dórico griego.


De indudable grandiosidad son los tholos, o tesoros, tumbas de corredor formadas por un largo pasillo que, a través de un pórtico adintelado con frontón agudo, comunican con una gran cámara circular al fondo para el culto, cubierto por una falsa bóveda, obtenida por aproximación de hiladas, y otra cámara adyacente, más pequeña y cuadrada, para el cadáver. El ejemplo más importante de estos enterramientos, por su monumentalidad y riqueza, es el llamado Tholos o tesoro de Atreo con la tumba de Agamenón.

Las ciudades estaban protegidas y fortificadas con murallas ciclópeas (Micenas, Tirinto) en lugares escarpados, constituyendo verdaderas acrópolis. Estas murallas —innecesarias en Creta por su carácter de isla y por su poderío talasocrático— servían para defensa de las ciudades y palacios y tenían grandes puertas, como la denominada Puerta de los Leones, en Micenas, la cual es un gran relieve que representa la adoración de la columna tronco-cónica invertida por dos leones afrontados. Se trata de un motivo religioso —la columna con el altar— adorado y escoltado por dos leones, que simbolizan la fuerza que protege a la ciudad contra un posible invasor.

Pintura cretense

En los palacios minoicos, se han encontrado restos de pinturas murales, donde aparecen representadas escenas que refieren la vida de los habitantes de Creta. Procedentes del Palacio de Knossos, destacan: La tauromaquia, considerada como la representación de un ritual de fertilidad donde un acróbata salta sobre un toro encarrerado. También se encuentra el Fresco de los delfines, que remite a la vida marítima como actividad central del pueblo y, finalmente, Parisién, un retrato donde una joven cortesana aparece portando la vestimenta cretense con el talle de la cintura muy marcado. Estas pinturas dejan en claro que los palacios minoicos estaban ricamente ornamentados y decorados con pinturas que les conferían mayor atractivo y esplendor.





APA

  • Maria del Rosario Farga Mullor. (2012). El arte prehelénico del Mediterráneo oriental y occidental: arte egeo o minoico-micénico En Historia del arte(99-103). Mexico: PERSON EDUCACION MEXICO SA DE SV

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