Arte Paleo-Cristiano
Tras el Edicto de
Milán (313) y el bautismo del emperador Constantino, se pone fin a una etapa de
persecuciones contra los cristianos a quienes se consideraba enemigos de Roma y
detractores de la estructura política y social que el Imperio había
constituido. Prueba de ello son las persecuciones sistemáticas que sufrieron
sus seguidores, especialmente los esclavos, que vieron en estas ideas una
esperanza de igualdad y de mejora en sus condiciones de vida. Las más
sangrientas fueron las de Decio (249-251) y Diocleciano (303-305). Tras el
reconocimiento de Constantino, el 27 de febrero de 380 Teodosio declara al
cristianismo religión oficial del Imperio y podremos ver cómo esta nueva
ideología va a aprovechar las formas de conquista y de expansión romanas para
extenderse principalmente por áreas urbanas, en las cuales existía una mayor
concentración de población. Las zonas rurales, por el contrario, continuaron
siendo paganas durante mucho tiempo aún. Podemos hablar de dos grandes etapas
en el desarrollo del arte paleocristiano:
- Etapa primitiva. Anterior al Edicto y caracterizada por la clandestinidad y el escaso desarrollo del arte. Son ejemplos característicos de esta etapa las catacumbas y la creación de un vocabulario iconográfico, con carácter simbólico que tratará de difundir los nuevos dogmas y creencias en un periodo caracterizado por las persecuciones.
- Periodo de la Iglesia triunfante. Desarrollada entre los siglos IV y VI, durante la cual se desarrolla una arquitectura propia, en gran parte heredada de la romana, pero cambiando su función y su significado y por la introducción de nuevos temas en las artes figurativas que servirán de base a la escultura, pintura e ilustración del libro a lo largo de la Edad Media.
La etapa primitiva
La divulgación del cristianismo dentro del Imperio romano, se realizó a través de pequeñas células que se reunían al atardecer y en ellas se escuchaban lecturas, se cantaban salmos y en ocasiones, se distribuían víveres entre los indigentes. En la ciudad de Roma y según referencias literarias estas reuniones tenían lugar en las salas de recepción de las casas de algunos patricios conversos. Estas salas recibían el nombre de “tituli” y se han encontrado algunos ejemplos en Siria (Doura Europos hacia el año 230). Pero, sin duda alguna, el arte más representativo se va a desarrollar en las catacumbas, excavadas en el subsuelo de las grandes ciudades. Estas catacumbas eran cementerios subterráneos, constituidos por largos corredores, con múltiples bifurcaciones que permitían a los cristianos reunirse en la clandestinidad, enterrar a sus muertos en nichos y desarrollar en sus paredes una iconografía simbólica que alude al mensaje de Cristo, a la eucaristía y a la promesa de salvación
La decoración de las
catacumbas presentaba dos tipos de temas:
Los relacionados con
el mundo pagano, cuyo significado conservan o alteran, según los casos.
Incluimos en este apartado los símbolos de Cristo: el Cordero, el pez—cuyas
letras en griego se corresponden con el acróstico de Jesús Cristo de Dios Hijo
Salvador —, la eucaristía—viñas y pámpanos— y la vida eterna —el pavo real,
símbolo de la inmortalidad.
Los inspirados en el
Antiguo y Nuevo Testamento, relacionados con Moisés—el agua de la roca—, Daniel —en el foso de los
leones—, la resurrección de Lázaro y el
buen pastor —inspirado en el Moscóforo griego— referencia directa a
Cristo como guía del pueblo cristiano.
La etapa de la Iglesia triunfante
Una vez reconocida la religión cristiana de forma oficial, los cristianos buscaron diferenciar sus lugares de culto de los templos politeístas que habían caracterizado a la antigua Roma. Pero, en lugar de concebir un edificio nuevo, acorde con sus exigencias litúrgicas, pensaron en la adaptación deformas preexistentes a las que van a dotar de un nuevo significado. El ejemplo perfecto es la basílica.
La basílica romana
era un edificio destinado a la administración de justicia y que se componía de
un espacio rectangular, dividido en tres naves —la central más alta que las
laterales— que permitía abrir ventanas para la iluminación interior. La nave
central se remataba por un ábside que po-día estar separado del resto del
recinto y que en el mundo romano servía como lugar de establecimiento del
magistrado encargado de los juicios. El sistema de cubiertas podía seguir
indistintamente el tipo adintelado o abovedado. Esta disposición del edificio
se adaptaba a las necesidades estéticas y propagandísticas que la nueva
religión quería transmitir. En primer lugar, el sentido direccional hace
recorrer al fiel el espacio desde la entrada al edificio hasta el altar, lugar
reservado a manifestar la presencia de Dios en la tierra y la orientación hacia
el Este, lugar por el que sale el sol y la luz, muestra al hombre el poder de
la divinidad. En segundo lugar, la estructura basilical está precedida por un
nártex o pórtico que sirve para ubicar a los catecúmenos o no bautizados y
preparar al fiel para su purificación en el espacio interno. Finalmente, la
zona del altar está separada del resto del espacio, lo cual prueba su carácter
sagrado, y en ocasiones se dispone sobre una cripta o confessio donde se
cobijan las reliquias de un mártir y puede presentar dos dependencias laterales
—llamadas prótesis y diaconicon , similares a las actuales sacristías,
destinadas a funciones litúrgicas.
Aunque la basílica
es el prototipo arquitectónico por excelencia, el arte paleo cristiano ofrece
también otras tipologías que tendrán notable transcendencia en el arte
posterior. Se trata de los baptisterios y los martiria.
·
Baptisterios.
Responden a la importancia que la comunidad cristiana concede al sacramento del
bautismo, símbolo de la entrada de un nuevo fiel en el seno de la iglesia. La
disposición elegida para acoger estas funciones está inspirada en la sala de
agua caliente o caldarium de las termas romanas, tiene forma circular y en su
centro, se dispone la pila del bautismo. Los ejemplos más importantes serán el
de San Juan de Letrán en Roma (finales del siglo IV) y el de Los Ortodoxos en
Rávena (siglo V)
·
Martyria.
Servían como lugar de culto a las reliquias de los mártires, adoptan también
una disposición circular, que, en ocasiones puede estar cubierta por una
cúpula, al estilo de los templos circulares del mundo clásico. Sus ejemplos: la
Iglesia de Santa Constanza en Roma (construida hacia el año 320) y el mausoleo
de Gala Placidia en Rávena (siglo V) con planta de cruz griega.
Artes figurativas paleocristianas
El arte
paleocristiano desarrolla tres tipos de manifestaciones: la escultura, la
pintura (tanto parietal como ilustración de libros) y el mosaico. Las tres
comparten la preocupación por difundir los temas de la nueva religión,
principalmente la vida de Cristo, el triunfo de la fe y el crismón o anagrama
de Cristo.
Los temas de la
nueva religión se refieren fundamentalmente a las historias del Antiguo
Testamento que anticipan la venida de Cristo —el sacrificio de Isaac o Jonás en
el vientre dela ballena —La Traditio Legis o Cristo entregando la ley a Pedro
como cabeza de la Iglesia y la Pasión de Cristo como mensaje de redención. El
triunfo de la fe se representa como un cielo estrellado en cuyo centro se dispone
la cruz o el crismón. Esta representación tiene su origen en las iniciales
griegas del nombre de Jesucristo: la X (ji) y la P (ro), sobre puestas que
puede completarse con las letras alfa y omega que simbolizan el principio y el
fin de los tiempos.
El origen del
crismón se relaciona con un testimonio de Eusebio relativo a la vida del
emperador Constantino, quien, la noche anterior a la batalla de Puente Milvio
contra Magencio vio en el cielo un crismón junto a la inscripción «IHS» (In Hoc
Signo Vinceres
:«Con este signo
vencerás») que curiosamente se corresponde con las iniciales latinas de Cristo.
La estética paleocristiana se manifiesta heredera de las formas romanas en estilo, técnicas y modelos, si bien dotándola de una temática y unos significados simbólicos. Un buen ejemplo de esta simbiosis son los sepulcros que presentan formas diferentes: los estrígiles, los retratos de los difuntos o los temas evangélicos, bien organizados en escenas separadas por columnas o en forma de friso corrido.
La estética paleocristiana se manifiesta heredera de las formas romanas en estilo, técnicas y modelos, si bien dotándola de una temática y unos significados simbólicos. Un buen ejemplo de esta simbiosis son los sepulcros que presentan formas diferentes: los estrígiles, los retratos de los difuntos o los temas evangélicos, bien organizados en escenas separadas por columnas o en forma de friso corrido.
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